
A Lynch no hay que tratar de entenderlo. Sí, es entretenido intentar sacar conclusiones de qué es realmente lo que sucede en la pantalla. Difícil, sin embargo, llegar a una interpretación válida. Lo maravilloso de su obra es el terror que nos pueden infundir una serie de imágenes en una "trama" incoherente. Requiere estómago y estar de humor para verla. Pero vale la pena