
Comer pistaches es como vivir la vida misma... para obtener un poquito de sabor, hay que hacer al menos un pequeño esfuerzo. Los que nos cuesta más trabajo abrir, los dejamos al último; nos los comemos sólo cuando ya no hay de los que están a medio abrir y quizás sean los que nos saben mejor. Los que no tienen cáscara los despreciamos por pensar que están como feos. Pero no necesariamente haremos eso; también solemos abalanzamos sobre ellos porque también pueden considerarse algo delicioso que no requiere poner mucho de nuestra parte. Lo peor que te puede pasar al comer pistaches es estarte saboreando uno y que al probarlo te amargue la boca porque está echado a perder. Eso también pasa con las personas.
2 comments:
la vida es más como esos roles de canela que tienen pasas, ¿no?
Me encanta tu prosa, Dada. No te detengas, sigue sigue
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